Casos arbitrajes fáciles y difíciles
Hace poco me preguntaban cómo resolvíamos casos difíciles. Un caso es fácil cuando la mera aplicación del sentido literal de la ley se ajusta a la presentación de los hechos, por ello es fácil su aplicación sin sobresaltos. En cambio, es difícil cuando el sentido literal de la ley no ofrece una respuesta satisfactoria sobre los derechos en conflicto. Una respuesta satisfactoria es jurídicamente eficiente y razonable.
29/2/2016
Ricardo León Pastor Árbitrowww.leonpastor.com
Confieso que me gustan los casos difíciles. Los fáciles no ofrecen reto intelectual, son rutinarios y muchas veces aburridos. La controversia entre las partes no se produce porque hayan derechos contrapuestos, sino que simplemente una parte no cumplió con una obligación contractual o legal, pero lo niega escondiéndose en una historia que resulta insostenible por contradictoria o fantasiosa.
Los casos difíciles requieren primero que las partes evidencien la controversia real. Muchas veces se esfuerzan por esconderla detrás de un montón de palabras, extensos escritos y más extensos medios probatorios, cuando el problema no está allí. Varias veces hemos tenido que conminar a las partes a que se sirvan aclararnos cuál es la cronología de los hechos, en qué puntos discrepan, por qué y cómo prueban eso.
Cuando la controversia es iluminada por la luz del día, en los casos difíciles percibimos que el derecho positivo no alcanza a cubrirla. El legislador no la previó pero, si dejamos a los contendores sin respuesta, los lanzaríamos a un limbo por demás injusto. Aquí empieza eL trabajo del tribunal, buscando interpretaciones legales que hagan primar los principios del derecho. Superando la aplicación literal por insuficiente o absurda, pasamos por la interpretación sistemática y finalista de las disposiciones, buscando eficiencia y razonabilidad.
Podríamos discrepar del resultado interpretativo porque los seres humanos no siempre concordamos. Y aquí sigue radicando la dificultad del caso.
Fuente: El Peruano